El dolor dificulta el día a día de las personas que lo sufren y mengua su calidad de vida, puesto que la persona que lo sufre ve condicionada su actividad en todos los ámbitos: personal, social y profesional.
La clave de este tratamiento se basa en la localización exacta del dolor, es decir, las zonas "gatillos de dolor" que acostumbran a ser zonas de contractura o inflamación sean tendinosas, musculares, de ligamentos o lumbalgias y/o dolores articulares residentes con los tratamientos habituales.
El Dr. Jordi Ibáñez, responsable del Programa de Mejora de la Salud y la supervivencia de Clínica Planas, señala la importancia de la exploración y la confirmación de los puntos exactos desencadenantes del dolor utilizando como indicador un anestésico local que tendrá que hacer que el dolor desaparezca.
Una vez se confirman los puntos exactos del dolor, se realizará el tratamiento adecuado según la patología que presente, o bien antiinflamatoria o regenerativa.
El dolor se trata mayoritariamente con antiinflamatorios o antiálgicos que se administran por vía oral y en algunas ocasiones se inyecta. Cuando el dolor tiene un origen general o en tejidos muy irrigados habitualmente este tipo de terapia es efectiva, puesto que los productos administrados se difunden principalmente a través de la sangre. El problema surge cuando el dolor se localiza en una zona poco vascularitzada donde existe un bajo flujo sanguíneo; los productos administrados por otras vías que no sean locales, se vuelven ineficaces, puesto que no consiguen la zona desencadenante del dolor y/o inflamación. En la práctica médica existen multitud de pacientes que se ven afectados por un dolor resistente que no ha cedido con las terapias convencionales y que las condiciona y incluso limita su estilo de vida habitual.
La mayoría de los dolores lumbares no provienen de una comprensión medular sino de un problema muscular-tendinoso de la musculatura profunda de la zona glútia que puede dar hasta atrapamientos nerviosos con afectación más lejana de la sintomatología de dolor o parestesias.
Con experiencia en la exploración, se consigue detectar la zona de inflamación, dolor y atrapamiento nervioso; se puede poner fin a esta patología limitando con el tratamiento local. El diagnóstico por la imagen tiene que ser complementaria a la exploración, ya que puede inducir a un diagnóstico erróneo cuando se encuentran hernias o profusiones en el disco (muy habituales en población de cierta edad) que en muchos casos no son desencadenantes del problema lumbar, esto hace que se repitan frecuentemente.